Quizás has hecho merluza a la romana de más o no te has comido todo el pescado al horno que habías preparado, pero eso no es un problema. El pudín de pescado te permite dar una segunda oportunidad a esos restos con un plato que, junto con una ensalada, nos puede apañar una comida.
Para esta receta podemos aprovechar las sobras o restos de pescado (pescadilla, perca, merluza, trucha, etc.), y utilizar cualquier variedad de queso que tengamos en casa (curado, semicurado, etc.). Es una buena forma de aprovechar esos trocitos de queso que siempre se quedan en un rincón del frigorífico.
Precalentar el horno a 180ºC.
Batir los huevos y mezclarlos bien con la harina y la levadura.
Añadir a la mezcla la leche poco a poco, removiendo constantemente hasta que todo esté bien mezclado.
Incorporar el aceite, el queso (rallado previamente) y por último el pescado desmigado. Mezclar todo bien para que quede una masa lo más homogénea posible.
Colocar la mezcla en un molde apto para horno y hornear a 180ºC unos 18-20 minutos, o hasta comprobar que se ha horneado completamente pinchándolo con la punta de un cuchillo o palito fino y salga limpio.
Si quieres puedes decorarlo con un poco de mayonesa o queso de untar.
Precalentar el horno a 180ºC.
Batir los huevos y mezclarlos bien con la harina y la levadura.
Añadir a la mezcla la leche poco a poco, removiendo constantemente hasta que todo esté bien mezclado.
Incorporar el aceite, el queso (rallado previamente) y por último el pescado desmigado. Mezclar todo bien para que quede una masa lo más homogénea posible.
Colocar la mezcla en un molde apto para horno y hornear a 180ºC unos 18-20 minutos, o hasta comprobar que se ha horneado completamente pinchándolo con la punta de un cuchillo o palito fino y salga limpio.
Si quieres puedes decorarlo con un poco de mayonesa o queso de untar.
Para esta receta podemos aprovechar las sobras o restos de pescado (pescadilla, perca, merluza, trucha, etc.), y utilizar cualquier variedad de queso que tengamos en casa (curado, semicurado, etc.). Es una buena forma de aprovechar esos trocitos de queso que siempre se quedan en un rincón del frigorífico.